jueves, 28 de mayo de 2015

Aventura alemana

Aventura Alemana

POR: NIRVANA CORONADO

¡Hola!, ¿cómo están? Aprovechando que este es mi primer artículo en esta revista, me gustaría contarles un poquito acerca de mí y de lo que voy a escribirles en esta sección.
Soy una estudiante mexicana orgullosamente saltillense, viviendo (por el momento) en Alemania en una ciudad llamada Heidelberg, está ubicada en el sur del país.
Y bueno, digamos que no me considero una escritora profesional, pero esto de escribir se me da desde hace algunos años, me apasiona mucho poder transmitir mis pensamientos y sentimientos a través de mis escritos. Y en ésta ocasión a través de este medio me gustaría compartirles mis experiencias como mexicana viviendo en un país completamente diferente a nuestro México lindo y querido, con una cultura completamente diferente a la nuestra y sobre todo una mentalidad que para algunos es considerada muy extraña o incluso exagerada. ¿Qué les parece, les gustaría acompañarme durante esta aventura? ¡Pues bienvenidos!
Pero, ¿por dónde empezar? No quiero aburrirlos contándoles la larga historia del por   qué   me   encuentro   aquí,   ¿por qué Alemania? La mera verdad ni yo lo sé, digamos que fue una oportunidad que el destino me puso en la vida, ni siquiera fue realmente planeado por mí el venir a estudiar a este país tan desconocido y tan lejano al mío, así que sin pensarlo mucho, dije, ¿por qué no?, no se pierde nada por intentarlo, y empaqué mis maletas para quedarme en la vieja Alemania con mi familia por un año.
Aunque por un lado me sentía triste por dejarlo todo en mi país, mi felicidad, mi familia y amigos, mi hogar, mi cultura, mis costumbres, mis raíces, mi historia, ¡mis tacos!, por el otro lado me sentía muy emocionada por viajar al viejo continente, conocer todas esas ciudades europeas que en las revistas y los medios nos las hacen ver como las ciudades perfectas, tan solo la idea de mudarme a un país extranjero con toda mi familia me hacía estremecer de felicidad, me imaginaba la vida perfecta, conociendo a galanes de ojo azul y cabello rubio, aprendiendo el idioma en un “dos por tres” y adaptándome a la cultura en un abrir y cerrar de ojos.
Todos esos pensamientos e ilusiones color de rosa cambiaron drásticamente después de haber vivido un mes en la dichosa Alemania, empezando por el idioma.
Por mi cabeza pasaba que el aprender alemán era como aprender inglés, pero para nada. La particularidad de este idioma radica en las estructuras gramaticales, las palabras llevan siempre un cierto orden en cada frase, además es muy preciso y para cada cosa tiene una palabra exacta. ¡Dios! ¿Quién se iba a imaginar que aprender alemán iba a ser ¡tan complicado!?
El simple hecho de salir a la “tiendita de la esquina” implicaba un esfuerzo enorme para mí.  Para empezar tenía que ir muy bien preparada con mi diccionario en mano para saber cómo iba a pedir la carne molida en la carnicería o cualquier otro producto que necesitaba, en la otra mano debía llevar la bolsa para guardar todo lo que iba a comprar, porque claro, esa es otra historia.
Resulta que cuando vas al súper, tienes que llevar tu propia bolsa para guardar el mandado, porque si no llevas, ¡ya valió!, una bolsa de plástico para guardar las compras cuesta mínimo 10 centavos (de Euro), y además de eso en las cajas no hay personas encargadas de empacar todas las cosas, sino que uno mismo debe de encargarse de ello. ¡Qué alemanes más complicados!
A los tres meses ya quería darme por vencido y regresarme a mi Saltillito lindo. Pero siempre pensaba que esa sería la solución   más  fácil,  así  que   en   vez  de estarme quejando de estos alemanes tan complicados, decidí esforzarme para aprender el idioma y poder lidiar con las situaciones del día a día.
Poco a poco fui aprendiendo el idioma y me fui adaptando lentamente a la cultura. Pero claro que esto no era suficiente para sobrevivir en este país.
El tema de la seguridad en Alemania se lo toman muy enserio, para poder vivir aquí se necesita estar asegurado en mil cosas diferentes, que el seguro de vida, que el seguro de salud, que el seguro del auto, el seguro de la casa, que el seguro del seguro. Y todos estos documentos deben de tenerse, de lo contrario se tienen problemas serios con la ley.
Otra cosa que me llamo mucho la atención al principio es el tema de los impuestos, aquí se cobran impuestos ¡hasta por respirar!, bueno, no es tan drástico, pero resulta que hasta por ser católico o evangélico se cobran impuestos. Enserio, cada día me iba sorprendiendo más de cada cosa que hay aquí.
¡Y qué decir de la comida! ¡Ay dios, como extraño mis tacos, los tamalitos, un buen pozole! Lamento decirles que aquí no hay nada de eso. Aquí puro pan y salchicha. En la mesa nunca puede faltar el pan con su jamón y su queso, y por supuesto el “Apfelschorle”, que es jugo de manzana revuelto con agua.

A los alemanes les gusta revolver todas las bebidas con agua, claro menos la cerveza.
Eso sí, aquí hay una enorme variedad de cervezas que no me alcanzaría el espacio para describir cada tipo diferente. Que la cerveza de trigo, la cerveza negra, cerveza versión navideña, cerveza de barril, cervezas de sabores, etc.
El estar aquí me ha hecho valorar nuestra hermosa y deliciosa gastronomía mexicana de primer nivel y reconocida a nivel mundial. Pero sobre todo he aprendido a valorar nuestra cultura, tradiciones y las riquezas naturales de nuestro bello país México. 
Con todo esto no quiero decir que un país sea mejor que el otro, sino que cada uno tiene sus particularidades que lo hacen especial. En los próximos artículos les estaré contando más acerca de las desconocidas tierras germanas vistas desde el ojo mexicano.

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