Aventura Alemana
POR: NIRVANA CORONADO
¡Hola!, ¿cómo están?
Aprovechando que este es mi primer artículo en esta revista, me gustaría
contarles un poquito acerca de mí y de lo que voy a escribirles en esta
sección.
Soy una estudiante
mexicana orgullosamente saltillense, viviendo (por el momento) en Alemania en
una ciudad llamada Heidelberg, está ubicada en el sur del país.
Y bueno, digamos que
no me considero una escritora profesional, pero esto de escribir se me da desde
hace algunos años, me apasiona mucho poder transmitir mis pensamientos y
sentimientos a través de mis escritos. Y en ésta ocasión a través de este medio
me gustaría compartirles mis experiencias como mexicana viviendo en un país
completamente diferente a nuestro México lindo y querido, con una cultura completamente
diferente a la nuestra y sobre todo una mentalidad que para algunos es
considerada muy extraña o incluso exagerada. ¿Qué les parece, les gustaría
acompañarme durante esta aventura? ¡Pues bienvenidos!
Pero, ¿por dónde
empezar? No quiero aburrirlos contándoles la larga historia del por qué me encuentro aquí, ¿por qué Alemania? La mera
verdad ni yo lo sé, digamos que fue una oportunidad que el destino me puso en
la vida, ni siquiera fue realmente planeado por mí el venir a estudiar a este
país tan desconocido y tan lejano al mío, así que sin pensarlo mucho, dije,
¿por qué no?, no se pierde nada por intentarlo, y empaqué mis maletas para
quedarme en la vieja Alemania con mi familia por un año.
Aunque por un lado me
sentía triste por dejarlo todo en mi país, mi felicidad, mi familia y amigos,
mi hogar, mi cultura, mis costumbres, mis raíces, mi historia, ¡mis tacos!, por
el otro lado me sentía muy emocionada por viajar al viejo continente, conocer
todas esas ciudades europeas que en las revistas y los medios nos las hacen ver
como las ciudades perfectas, tan solo la idea de mudarme a un país extranjero
con toda mi familia me hacía estremecer de felicidad, me imaginaba la vida
perfecta, conociendo a galanes de ojo azul y cabello rubio, aprendiendo el
idioma en un “dos por tres” y adaptándome a la cultura en un abrir y cerrar de
ojos.
Por mi cabeza pasaba
que el aprender alemán era como aprender inglés, pero para nada. La
particularidad de este idioma radica en las estructuras gramaticales, las
palabras llevan siempre un cierto orden en cada frase, además es muy preciso y
para cada cosa tiene una palabra exacta. ¡Dios! ¿Quién se iba a imaginar que
aprender alemán iba a ser ¡tan complicado!?
El simple hecho de
salir a la “tiendita de la esquina” implicaba un esfuerzo enorme para mí. Para empezar tenía que ir muy bien preparada
con mi diccionario en mano para saber cómo iba a pedir la carne molida en la
carnicería o cualquier otro producto que necesitaba, en la otra mano debía
llevar la bolsa para guardar todo lo que iba a comprar, porque claro, esa es
otra historia.
Resulta que cuando vas
al súper, tienes que llevar tu propia bolsa para guardar el mandado, porque si
no llevas, ¡ya valió!, una bolsa de plástico para guardar las compras cuesta
mínimo 10 centavos (de Euro), y además de eso en las cajas no hay personas
encargadas de empacar todas las cosas, sino que uno mismo debe de encargarse de
ello. ¡Qué alemanes más complicados!
A los tres meses ya
quería darme por vencido y regresarme a mi Saltillito lindo. Pero siempre
pensaba que esa sería la solución más fácil, así que en vez de estarme quejando de
estos alemanes tan complicados, decidí esforzarme para aprender el idioma y
poder lidiar con las situaciones del día a día.
Poco a poco fui
aprendiendo el idioma y me fui adaptando lentamente a la cultura. Pero claro
que esto no era suficiente para sobrevivir en este país.
El tema de la
seguridad en Alemania se lo toman muy enserio, para poder vivir aquí se
necesita estar asegurado en mil cosas diferentes, que el seguro de vida, que el
seguro de salud, que el seguro del auto, el seguro de la casa, que el seguro
del seguro. Y todos estos documentos deben de tenerse, de lo contrario se
tienen problemas serios con la ley.
Otra cosa que me llamo
mucho la atención al principio es el tema de los impuestos, aquí se cobran
impuestos ¡hasta por respirar!, bueno, no es tan drástico, pero resulta que
hasta por ser católico o evangélico se cobran impuestos. Enserio, cada día me
iba sorprendiendo más de cada cosa que hay aquí.
¡Y qué decir de la
comida! ¡Ay dios, como extraño mis tacos, los tamalitos, un buen pozole!
Lamento decirles que aquí no hay nada de eso. Aquí puro pan y salchicha. En la
mesa nunca puede faltar el pan con su jamón y su queso, y por supuesto el
“Apfelschorle”, que es jugo de manzana revuelto con agua.
A los alemanes les
gusta revolver todas las bebidas con agua, claro menos la cerveza.
Eso sí, aquí hay una
enorme variedad de cervezas que no me alcanzaría el espacio para describir cada
tipo diferente. Que la cerveza de trigo, la cerveza negra, cerveza versión
navideña, cerveza de barril, cervezas de sabores, etc.
El estar aquí me ha
hecho valorar nuestra hermosa y deliciosa gastronomía mexicana de primer
nivel y reconocida a nivel mundial. Pero sobre todo he aprendido a valorar
nuestra cultura, tradiciones y las riquezas naturales de nuestro bello país
México.
Con todo esto no
quiero decir que un país sea mejor que el otro, sino que cada uno tiene sus
particularidades que lo hacen especial. En los próximos artículos les estaré
contando más acerca de las desconocidas tierras germanas vistas desde el ojo
mexicano.
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